quinta-feira, 9 de junho de 2022

Orilla

Me envenenaron con un par de libros, 
Hasta el punto que creí que concreto fuera suelo.
Nacido muerto por la libertad gris de un mundo solo,
Elegido por tonadas desalmadas, remontadas borradas y amores sin gritos.

Lacónico es vivir en las calles inaudibles
del hombrecito navegante, 
Cegador es el sendero de antepasados que nuestros no lo fueran,
Tartamudeador el ruido del tan gran paso blanco que destinos cerró. 

Parte el convoy de la completud: "¡Se acabó! ¡Se acabó!"
Me toca ahora ser tropero sin potrada,
Que no más me aburra que tan lejo' el cielo arriba viva, 
Y que yo permanezca a pesar de cualquier temblor.

Quiero a los caballos de los pampas,
A la tierra llena de hierro y ganancia
Quiero todo ello, la furia del alazán,
Porque cuándo míos lo fueren, míos jamás lo serán.

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